Hace un par de noches, Ahlana se mosqueó mientras veía la tele. Optó por irse a la cama temprano y hacer caso omiso a lo que un programa de Cuatro decía sobre los llamados okupas. Ella, que hace tres años ocupó un piso vacío, no necesita que nadie le explique qué se siente, cómo se sufre. Menos aún que le cuenten cuentos, bastante habituales en televisión.
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