En un nuevo giro sorpresivo de la carrera hacia la Casa Blanca, el candidato republicano, Donald Trump, parece haberle declarado la guerra a su propio partido. Esta semana, el magnate se rehusó a dar su apoyo público a dos de las figuras más populares de su espacio, el jefe de la bancada de diputados, Paul Ryan, y el senador John McCain, que la semana próxima deben afrontar las primarias legislativas para renovar sus escaños en noviembre.
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