En el primer día del debate de investidura, Pedro Sánchez abundó en referencias a la cocina: recomendaciones culinarias, maridajes ingeniosos, elogios a la variedad y al mestizaje. La política, venía a decir Sánchez, está emparentada con la gastronomía: la variedad da lugar al buen guiso, y, si se trata de elegir, todo el mundo prefiere la paella al solitario arroz blanco. Se trata de un intento, de notable eficacia simbólica, de justificar que un pacto con Podemos no cabe en las tragaderas políticas de su partido, a riesgo de quebrarlo.
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