Junto a sus colecciones, venden productos que nada tienen que ver con la literatura. Las asociaciones denuncian sus "prácticas agresivas" y que su objetivo sean personas mayores.- Cuando llaman al timbre, al repartidor no le sorprende la estampa: “Qué, la han engañado, ¿no?”. Los hijos, indignados, le cuentan la situación y el clima se caldea: “Llegas a ser el que le vendió y te tiro por la ventana”, le espeta el hijo. “Te da rabia e impotencia. Les da igual entrar a casa de gente mayor, les da igual que no tengan para una barra de pan.
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