Ya se sabía que la felicidad de la población no depende del PIB de los países (o que la macroeconomía no tiene por qué redundar en el bienestar de los ciudadanos). Ahora, investigadores del Reino Unido han medido lo contrario: cómo afecta al PIB el malestar de la población. Sus resultados señalan que la infelicidad y la enfermedad que generan los estilos de vida actuales cuestan mucho dinero a los países ricos. En consecuencia, proponen “redefinir la prosperidad”.
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