Vestidos de verde y amarillo en honor a la bandera nacional, más de 130.000 brasileños exigieron en las calles la salida de la presidenta Dilma Rousseff, hartos de la triple crisis económica, política e institucional que sacude al país. En la tercera gran protesta contra el gobierno en seis meses, unas 137.000 personas indignadas con la situación del país salieron a las calles de decenas de ciudades, según la policía, mientras los organizadores calculaban unos 225.000 manifestantes.
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