El agresor, de 87 años, afirmó que no podía dormir porque la víctima no paraba de hablar. Según ha detallado la TPA citando fuentes hospitalarias, el agresor reconoció que mató a su compañero, un anciano que sufría desorientación, y alegó que le estaba molestando porque no paraba de hablar y no le dejaba dormir. El agresor habría intentado asfixiarle con una sábana para después golpearle con el triángulo de apoyo que utilizan algunos pacientes para levantarse de la cama.
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