En un mundo como el actual en el que más de 12.000 personas quieren reunirse juntas para llorar, la naturaleza nos da una lección de cómo la amistad puede transcender especies y cómo animales tan distintos como un oso y un perro pueden ser compañeros de juegos. Al menos, mientras haya comida. Si no, bueno, donde dije perro, digo almuerzo.
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