"Cuando se encuentran, intercambian fuego. Es una ráfaga que impacta sobre 1.000 personas y mueren", explica el presidente filipino, Rodrigo Duterte, en una entrevista. Las fuerzas policiales y los grupos de vigilancia han asesinado a más de 3.800 personas desde que Duterte asumió el cargo el pasado 30 de junio
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