En enero de 2010, un terremoto catastrófico sacudió la capital de Haití. Fue uno de los desastres humanitarios más mortíferos de la historia, en el que murieron cientos de miles de personas en cuestión de minutos. Por mera coincedencia, James y yo estábamos allí, justo en medio de una de las zonas más afectadas de la ciudad. Vivimos, y después del terremoto, pasamos tres días tratando de ayudar de cualquier manera que pudiéramos antes de decidir finalmente evacuar.
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