La resistencia al cambio es una de las características más fascinantes del ser humano. Es todo un espectáculo observar, observarnos, mantener una costumbre que nos hace mal y negarnos a cambiarla por un miedo a hacer otra cosa que escondemos con argumentos como “eso es una locura” cuando lo loco es justo quedarnos como estamos. Claro que también hay muchas ganas de que no siga todo igual. Y merece la pena por eso recordar un caso que me devuelve al tema: el de los holandeses y sus bicis.
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