India sufre una paradoja: no pueden matar a las sagradas vacas de las que se deshacen cuando no son productivas, y ahora vagan por las calles. Hasta ahora, la mayoría de los tres millones de vacas indias que cada año se vuelven improductivas (son demasiado viejas y ya no dan leche), terminaban en mataderos musulmanes, muchos de ellos clandestinos, o siendo exportadas al vecino Bangladesh, país de mayoría musulmana, donde eran sacrificadas para aprovechar su piel y carne.
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