Ha conocido de primera mano y documentado las historias de mujeres y niñas refugiadas en Bangladesh. Historias que coinciden con las numerosas denuncias de violaciones. "A una niña le pregunté cuántas veces la habían violado y dijo: 'Solo tres, y por eso pude sobrevivir'. Había otras chicas que habían sido violadas 12, 14 veces. Son niñas que iban al colegio. Un grupo entero de militares las violó, a veces enfrente de familiares. La violación está siendo usada como un arma, una máquina asesina, para empujar a las mujeres a morir desangradas".
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