Puede que sean las generaciones más jóvenes de docentes que con nuevas energías y convicciones queremos hacer que la educación valga la pena, y nos preocupamos por formarnos, por iniciar cambios. O quizás sean los pésimos resultados de nuestro alumnado, en todos los aspectos; bajo nivel educativo, fracaso escolar desorbitado, absentismo escolar creciente, aumento exponencial de alumnado con dificultades de aprendizaje,… que obligan a que los maestros nos cuestionemos nuestro trabajo.
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