Se encontraron varios cadáveres en el interior de las instalaciones donde se guardaba al ganado vivo, algunos de ellos en avanzado estado de descomposición, semienterrados entre deyecciones, paja y restos de alimentos. Los inspectores del Servicio de Inspección Veterinario de la CARM determinaron que la explotación ganadera no reunía las condiciones mínimas desde el punto de vista higiénico sanitario y que se atentaba contra el bienestar animal.
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