Los países han perdido su libertad porque hoy se domina y se controla una nación, -también a la ciudadanía- con la deuda, cuestión favorecida por la descapitalización de los Estados que han privatizado lo que les permitía obtener grandes ingresos, como las eléctricas, y también causada por la bajada de impuestos, sobre todo, a los más ricos. Vivimos en una aparente democracia porque una minoría posee el poder económico y político, mientras que la gran mayoría posee la pobreza y su fuerza de trabajo, que es de usar y tirar.
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