Este fin de semana empieza el Mundial de Qatar. No hace falta que les diga cómo es el régimen catarí, cómo cercena todas las libertades y cómo vulnera sistemáticamente los derechos humanos. Pero en una campaña de lavado de imagen, que el fútbol profesional le ha comprado, muchísimo dinero mediante, va a acoger uno de los acontecimientos deportivos más importantes del planeta. Y aquí no pasa nada.
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