Durante más de cuarenta años, Félix Arija (Burgos, 1944) ejerció como director del colegio público de un pueblo de la sierra de Madrid. Hijo de los vencedores de la guerra, sus padres vendieron las tierras burgalesas de heredad y se trasladaron a Madrid a los pocos meses de su nacimiento, para poner una frutería en el barrio madrileño de Carabanchel, entonces afuerino y marginal. “No estaba ni asfaltado. Había bar, ultramarinos, cacharrería y poco más”.
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