Se equivocan quienes acusan al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de querer restaurar el imperio otomano. Para Erdogan, las conquistas territoriales no son un objetivo sino una manera de propiciar alianzas. Al cabo de largas vacilaciones, Erdogan ya no tiene intenciones de ser sultán sino califa, convirtiéndose en el jefe de los musulmanes sunnitas del mundo entero.
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