Después de varias pesquisas, los agentes averiguaron que existía un perfil en una aplicación de compra-venta desde donde se anunciaban diversos libros, y cuyo vendedor alertaba de que contenían sellos de biblioteca, pero que estos no estaban a la vista. Concretamente, este usuario tenía más de 300 ventas calificadas en la aplicación e incluso anunciaba publicaciones de libros que «podría sustraer posteriormente», es decir, recibía pedidos «a la carta».
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