Pasó una vez, hace casi catorce años. A primera hora de la mañana del 20 de abril de 2004 la vida de Mina llegó a su fin tras una leucemia fulminante. El veterinario vino a casa, ella estaba en su cama, tranquila, el veterinario le puso una inyección mientras yo la acariciaba y se apagaron su vida y sus sufrimientos.
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