Charlín Mondragón se instaló recientemente en el penal de Soto del Real (Madrid) tras pasar una temporada en la prisión de Murcia. El pasado viernes, de noche, Charlín decidió liarla. Empezó llamando por el interfono en tono amenazante y delirante a los funcionarios, pidiendo medicación e increpando. Fue la chispa necesaria para encender la mecha de un rebelión en su módulo. El resto de presos respondieron en forma de golpes, principalmente contra las puertas de sus celdas.
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