Franco nunca mostró su aprecio en público a Castro y el cubano solo abrió su corazón cuando el español había fallecido. La llegada de Fidel al poder en 1959, derrocando al dictador Batista que estaba apoyado por el gobierno y las mafias estadounidenses, supuso una unión espiritual más que material entre los dos dictadores. Quedó reflejada en una patochada que marcaría las relaciones bilaterales entre los dos países.
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