Se le presupone al deportista el valor, como a los políticos la decencia. Pero el verdadero arrojo hubiera consistido en salir del armario antes de salir del tatami. Sin embargo, no ocurrió. De nuevo tuviste otra oportunidad, siendo senadora del PP, pero quizá salir del armario te hubiera costado salir del escaño. Vencer ese ‘quizá’ es lo que se llama correr riesgos. No estabas dispuesta y votaste contra el matrimonio homosexual en el Senado para casarte con tu amada años después.
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