Ayer domingo, se dieron dos hechos ridículos, que traen sus coletazos hasta el día de hoy. Ya sea en casa o fuera de casa, parece que no nos cansamos de hacer el ridículo. Bien seas una alcaldesa polémica desde un principio que se pone fina, antes de dar el pregón inaugural de una festividad o una petarda del famoseo más rancio y friki, que se va hasta Estados Unidos, para dejarnos en ridículo delante de todo el mundo.
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