Los ERTE y las prestaciones de desempleo fueron insuficientes para cubrir a las rentas más bajas y a los jóvenes. Por el contrario, las rentas altas y los jubilados mantuvieron sus ingresos estables, por lo que el ahorro forzoso (ahorro por reducción forzosa del consumo) durante los meses más complicados de la pandemia se concentró en esos dos grupos, mientras que los jóvenes y las rentas bajas apenas tuvieron margen para ahorrar, debido a la caída de sus ingresos por la destrucción de empleos temporales y de economía sumergida.
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