Desde adultos que liberan gas de cloro en sus cocinas hasta niños que consumen desinfectante para manos, los estadounidenses parecen estar envenenándose inadvertidamente al tratar de defenderse del nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2. Desde principios de marzo, cuando la pandemia de COVID-19 comenzó a hacer estragos en los EE.UU., las llamadas a los centros de control de envenenamientos en todo el país "aumentaron considerablemente", según un nuevo estudio dirigido por investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
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