Lo llaman "el burdel municipal" por la implicación del Ayuntamiento, pero My Red Light es una iniciativa que busca permitir a las prostitutas controlar su trabajo sin la intervención de terceros y en un entorno seguro. Para algunos especialistas, no existen garantías de que este modelo de negocio pueda acabar con el tráfico de personas y la explotación de las mujeres.
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