Todos los hombres son potencialmente violadores

Esta frase no es nueva, pero el reciente caso de violación sufrido por Gisele Pelicot la ha vuelto a poner en boga. Hace poco, en el marco de una discusión (no una de esas a gritos, sino un civilizado intercambio de ideas), me soltaron esta frase. En ese momento, como hombre, me sentí un poco dolido y señalado, aunque, en mi defensa, creo que la malinterpreté fruto de ser el único de la mesa que defendía que la justicia no puede basarse en la venganza. Vamos, que era un todos contra uno, muy civilizado, sí, pero que sigue implicando tener que estar atento a lo que te están diciendo cuatro o cinco personas a la vez. En ese momento yo entendí: “todos los hombres son violadores”, lo que cambia por completo el significado. 

En cualquier caso, no escribo estas líneas para explicar un debate tonto entre colegas, sino por otro motivo y es que, tras el debate, le he dado vueltas. He leído algunos artículos de internet, y opiniones varias, y he llegado a varias conclusiones, a parte, obviamente, de que había entendido mal a mi interlocutora durante el debate. Me gustaría exponer aquí mis conclusiones, pero para ello, prefiero empezar analizando la frase. 

¿Qué significa “potencialmente”?

Según la definición de la RAE, “potencialmente” significa “equivalente o virtualmente”, lo cuál es confuso porque no es lo mismo uno que otro. Esta frase, en el marco de una cuestión tan grave como las violaciones, está formulada desde un punto de vista filosófico, para lo cuál significa “capacidad, aptitud o disposición”. En resumen, cuando decimos que todos los hombres son “potencialmente violadores”, lo que decimos es que todos tienen la capacidad, las aptitudes o disposiciones necesarias para serlo. No significa, en ningún caso, que lo sean. 

Esta frase ni es nueva, ni es exclusiva. Las mujeres tienen la misma capacidad, y, como muestran recientes estudios, el porcentaje de casos en los que las mujeres cometen violación y/o agresión sexual es mayor del que, por lo general, se cree. La realidad, por tanto, es que las mujeres son también potencialmente violadoras. Entonces, ¿qué aporta esta frase al debate social? Aporta mucho más de lo que parece, pero está siendo utilizada de forma muy errónea, como expondré más adelante. 

Evidentemente, esta frase intenta expresar una simple idea, que tampoco es nueva, y es la de que quien comete un acto de violación no es “un monstruo”, ni “un psicópata”, sino un ser humano como el que escribe estas líneas, o el que las está leyendo. Esta misma idea se defiende, en relación a los asesinatos, desde la criminalística. Por ejemplo, la doctora Julia Shaw, criminalista, expone en esta entrevista diferentes ideas entorno a la potencialidad asesina (y sádica) que todos llevamos dentro, y cito esto del principio del artículo: 

¿Tenemos todas las personas un asesino dentro? ¿Somos todos capaces de matar en un determinado momento? ¿Vivimos rodeados de un montón de asesinos potenciales?

A todos solo nos separa una mala decisión de dañar de manera trágica a los otros. Un momento de locura en nuestros coches, un cuchillo que se desliza, un empujón…

Eso no significa que sea probable que todos actuemos igualmente de manera horrible, pero significa que todos debemos asumir que somos capaces de causar un gran daño a los demás.

Y cuando comencemos a comprender lo que nos puede conducir por caminos oscuros, podemos comenzar a entender por qué otros los han elegido. Podemos comenzar a descomponer el "mal" en sus componentes, recoger cada pieza y estudiarla.

Precisamente, experimentos como el de la cárcel de Stanford, el experimento de Milgrano diferentes estudios acerca de cómo una sociedad se vuelve genocida, demuestran que todos los seres humanos somos potencialmente dañinos (asesinos, sádicos o violadores). 

 Las palabras vertebran discursos, y los discursos construyen relatos

La frase, por tanto, “todos los hombres son potencialmente violadores”, es cierta. Es verdad que podemos buscar matices, pero, a grandes rasgos, podemos afirmar que es correcta. Sin embargo es problemática. Primero, porque como hemos expuesto, no sólo los hombres son potencialmente violadores. Segundo, y no menos importante, porque esta frase lo único que intenta es recordarnos que no hace falta estar loco para hacer el mal, pero en lugar de ello acaba cayendo en el señalamiento a un colectivo. 

Cuando vemos noticias en televisión dónde nos hablan de atrocidades, todos, absolutamente todos, queremos creer que nosotros no seríamos capaces de cometer los mismos actos. Siempre señalamos al culpable como un monstruo, un psicópata, pero como ya hemos comentado, la ciencia explica que no es así. Es absolutamente normal que no queramos vernos salpicados, y que queramos distanciarnos de la gente que lleva a cabo actos tan reprobables, el problema es que esto puede derivar en que acabemos por evitar hablar y debatir sobre problemas sociales cuya solución pasa, precisamente, por un compromiso social. La distancia puede hacer que consideremos que no es cosa nuestra cuando, aunque no tengamos las manos manchadas de sangre, sí podemos aportar para llegar a una solución. 

Es perfectamente comprensible que el feminismo se haga eco de cualquier violación o asesinato para su labor de lucha por la igualdad. Y es perfectamente comprensible que se quiera recordar a todo el mundo que los actos de maldad no tienen que ver con tu condición psicológica. Son seres humanos quienes los cometen, iguales a todos los demás. El problema radica cuando se lleva a cabo un señalamiento. 

La frase se utiliza de forma errónea para señalar a los hombres, se malinterpreta y se afirma que solo los hombres son potencialmente violadores. No es cierto, las agresiones, sexuales o no, puede cometerlas cualquiera. Reducir la violencia en general, y la violencia sexual en específico, es por tanto una labor social. Y desde el ámbito del feminismo debe abordarse como tal: como un problema social general. Esto se traduce en comenzar a reconocer las víctimas masculinas de estos actos, y el daño que el modelo patriarcal hace a los hombres, porque también se lo hace. 

Alcanzar la igualdad supone romper las barreras que nos separan. El mal uso de esta frase acaba guiándonos a un señalamiento de un colectivo hacia otro, y ese es el peor favor que podemos hacerle a la igualdad. Es precisamente cuando unimos esfuerzos y remamos todos en la misma dirección cuando logramos conquistar nuevos derechos. ¿Acaso alguien cree que las mujeres habrían logrado el derecho a voto sin un alto porcentaje de hombres que las respaldase? Igual sucede con la lucha LGTBI+, ¿acaso alguien cree que habrían logrado sus derechos sin el apoyo de los heterosexuales? Solo cooperando podemos lograr construir una sociedad más amplia y diversa, y por ende, más libre; objetivo fundamental del feminismo por cierto. Pero para cooperar primero hay que convencer, y para convencer primero debemos romper las barreras que nos separan, la primera de todas, la del señalamiento, la generalización y los prejuicios.

Abajo los enlaces que cito en el texto:

www.bbc.com/mundo/noticias-49289920#:~:text=Sin embargo, todos somos c

www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-12-03/violadoras-acosado

www.meneame.net/m/cultura/como-gente-normal-convierte-genocida

www.bbc.com/mundo/noticias-46352635 

psicologiaymente.com/social/experimento-milgram-crimenes-obediencia-au