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Los sospechosos del 11-M se comunicaban a través de e-mails que no enviaban.

En lugar de enviarse sus correos, los escribían y guardaban como borrador, evitando así el rastreo de mensajes salientes por parte de los investigadores. Así podían entrar todos a esa cuenta común de correo electrónico y comunicarse.
Una treta, simple pero ingeniosa, para eludir el control de la policía sobre las comunicaciones electrónicas.

| etiquetas: email , terrorismo , comunicacion
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