A fines de 1979, las tropas soviéticas invadieron Afganistán. Según la explicación oficial, la invasión quería defender al gobierno laico que estaba intentando modernizar el país. Yo fui uno de los miembros del tribunal internacional que en Estocolmo se ocupó del tema, en el año 1981.
Nunca olvidaré el momento culminante de aquellas sesiones. Daba su testimonio un alto jefe religioso, representante de los fundamentalistas islámicos, que en aquel entonces eran llamados freedom fighters, guerreros de la libertad, y ahora son terroristas.
Aquel anciano tronó:
—¡Los comunistas han deshonrado a nuestras hijas! ¡Les han enseñado a leer y a escribir!
De Los hijos de los días, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.