Una cosa es dejar un dibujo sobre el PCB o grabar un patrón curioso en el silicio de un chip, y otra es crear una escultura tridimensional a una escala de unos pocos micrones. La diferencia es que aquí se transmite y enfoca luz a través del microscopio, provocando que un polímero absorba dos fotones. Esa absorción se lleva a cabo solamente en el punto focal, lo que permite controlar con precisión el endurecimiento del material. La escala de las esculturas equivale al crecimiento que experimentan nuestras uñas en cinco o seis horas.
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