Cada mesa es un mundo

Me lo tuve que pensar un poco con el título porque no tenía muy claro como empezar, y al final he optado por eso de que cada mesa es un mundo, porque es cierto en más de un sentido.

Para empezar porque aunque estemos jugando al mismo juego y campaña oficial, sin importar lo estricto que sea el master siguiendo el manual de la aventura, siempre acabarán habiendo diferencias entre una mesa y otra, consiguiendo con el avance de las partidas que tanto la historia que se está jugando como el mismo mundo en que se juega se vean alterados.

Pero además de esa forma de ver el mundo que tenemos en la mesa hay otra un poco más mundana que incluso quienes no hayan jugado nunca serán capaces de comprender. Dos grupos de personas que tratan de hacer lo mismo se comportarán siempre de distinta manera por el simple hecho de ser personas diferentes.

Os pondré un ejemplo fácil de entender. Mi actual grupo ha tenido una serie de cambios con el tiempo, cuando empecé a jugar con ellos yo era el nuevo del grupo, pero también el jugador más veterano, con el paso de los meses hubo gente que dejó de jugar, otros que llegaron nuevos y al final después de mil vueltas convertimos lo que en principio un grupo de 6 jugadores y un sufrido master de D&D en un grupo de 4 jugadores estables en el que hay 3 masters que se van rotando para dirigir distintos juegos.

Es sinceramente uno de los grupos con menos discusiones que he visto nunca, porque casi todos sabemos lo que es estar al otro lado de la pantalla y hemos aprendido a no discutir lo que dice quien está dirigiendo, en otras palabras, la palabra del master es ley. Por supuesto queda un jugador que no dirige nunca y al que le gusta liarla de mala manera, pero que cuando nos crea un problema es interpretando a sus personajes (y muriendo), nunca por discutir una regla o llevarle la contraria al master.

Lo bueno de tener un grupo así es que mientras uno va dirigiendo su campaña de un juego los demás tenemos tiempo de ir preparando la nuestra en otro juego distinto para ir rotando, todos jugamos, todos dirigimos, todos nos reimos y tratamos de ponérselo difícil a quien dirige ese día.

A veces estamos un par de meses jugando a lo mismo hasta que el master se cansa y cambiamos, pero todos tienen su oportunidad de dirigir, de fijarse en como lo hacen los demás para tratar de aplicarlo a sus propias partidas y sobre todo de decidir a quien queremos hacer sufrir cuando se esconda tras la pantalla.