Xiao Wang tenía 17 años cuando empezó la tragedia. El chico deseaba con toda su alma tener un iPhone 4, el teléfono que por aquel entonces estaba arrasando. Quería ser el más popular de la escuela y quería presumir de móvil. La fatalidad comenzó cuando le dijeron a Wang que podía vivir con un riñón únicamente, y entonces pensó que podía venderlo. En palabras de Wang: “un riñón es suficiente para mí, ¿por qué necesito el otro? ¿Por qué no solo lo vendo?
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