Todo comenzó en 2006 cuando el Ayuntamiento de Toledo aprobó urbanizar 220 hectáreas a los pies de la ciudad imperial en una zona llana llamada Vega Baja. Un total de 1.698 viviendas de cemento y cristal acabarían así con los últimos terrenos sin construir de la capital a orillas del Tajo. Pero surgió un problema: justo donde estaban previstos los pisos, el rey Atanagildo, entre 555 y 557, había diseñado la sede regia del reino visigodo, por lo que los restos de aquellos palacios, basílicas, calles o talleres que él comenzó a erigir impedían
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