O eso se deduce de que, al ser preguntado el emprendedor por si la última operación de este estilo le acerca o no a convertirse en un ‘unicornio’, él responda con un resoplido y un tajante “¿Eso qué más da?”. “No me gusta la palabra ni lo que va con ella”, confiesa, en esta misma línea, uno de los fundadores de Glovo, una empresa que ya es un ‘unicornio’.
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