Durante los primeros meses de separación todo fue bien, vídeollamadas a diario, notas de audio, fotos sin parar… Vamos, que hablábamos más que dos teenagers en celo con tarifa plana de datos. Sin embargo, a medida que me iba adaptando a la nueva ciudad surgían frases del tipo: “nos tenemos que poner al día”, “mañana te llamo sí o sí”, “siempre pienso te tengo que llamar y se me pasa”, “me tienes olvidado”, o “estás vivo”?
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