Al final va a tener sentido que fuera el día de San Isidro, fiesta en la que Madrid relame gallinejas, entresijos y demás vísceras, cuando los tres candidatos a la secretaría general del PSOE quedaron para sacarse en público los higadillos. Lo más parecido al pudor para que no salpicara mucho la sangre en el único debate de las primarias socialistas fue celebrarlo a mediodía, lo más alejado posible del prime time, para asegurarse cuantos menos espectadores mejor.
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