Un hombre se acerca en plena calle y te asalta, nervioso y confundido, con la historia de que un familiar cercano ha sido trasladado al hospital por una grave enfermedad. Te pide 20 euros para poder coger un taxi y acompañarlo rápidamente. Incluso te ofrece su teléfono para que lo llames y devolverte el dinero cuando todo se calme. Tú, con buena fe, se los das y él se marcha. Para siempre. Aún no lo sabes, pero has sido víctima del timador del infarto.
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