A medidados de los años 90, un hombre llamado Frank, recientemente excarcelado, acudió a Gregory Boyle, un sacerdote jesuita de Los Ángeles, para pedir ayuda. Frank estaba teniendo dificultades para encontrar un trabajo, en parte debido a su pasado entre rejas. Probablemente no estaba ayudando que él tuviera las palabras "FUCK THE WORLD" impresas en su frente.
|
etiquetas: arte , tatuajes , prisión , presos , penitenciario