Tengo muchos amigos, cada vez más, que no consideran «moralmente lícito» comer carne de otros animales. Y ya no se trata de una cuestión marginal, se está convirtiendo en una nueva ética, un nuevo tabú cultural. Nada que objetar al tabú en sí, yo mantengo otros, como por ejemplo no comer carne humana: por eso sé que contra el dogma es difícil razonar. Nada que objetar tampoco a los cambios: la antropología me enseñó que la moral humana no es universal ni inmutable.
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