Frente a las adversidades, más madera. Esta parece ser la máxima que predomina entre las autoridades de Singapur, reacias a abandonar su condición de jurisdicción con baja tributación y normas permisivas con el secreto bancario ante la reconfiguración impositiva por la que se eleva la presión fiscal sobre los milmillonarios y las grandes corporaciones con la que el G-20 -a instancias del club de las siete mayores potencias industrializadas- parece querer garantizar unos niveles de ingresos suficientes para sufragar la factura del Covid-19
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