La historia es conocida: la central de Vandellòs I, que empezó a funcionar en 1972, iba a ser fundamental en la carrera de España por la bomba atómica en el franquismo. En mitad de la guerra fría, el Proyecto Islero –que recibía el nombre del toro que mató a Manolete– era un programa para disponer de 36 bombas atómicas de plutonio. Ocho se emplearían como iniciadoras de bombas termonucleares, esos artefactos de hidrógeno de los que, por ejemplo, hoy presume Corea del Norte en su desafío a Estados Unidos.