La demanda antimonopolio del Departamento de Justicia contra Live Nation/Ticketmaster no se refiere realmente a los altos precios de las entradas, ni a los revendedores de entradas, ni a ningún delito individual. Se trata de una integración vertical sistemática de todo el negocio de la música en directo, que ha llevado a la empresa a dominar las entradas, sí, pero también los locales de música en directo, la contratación de giras de artistas y la promoción de conciertos. Este dominio ha provocado los efectos secundarios que todo el mundo odia.