Los bárbaros han llegado, y su libertad de actuación ya está aquí, 2011. Controlan la economía, provocan guerras, mandan sobre los títeres de un bipartidismo, devoran el sistema de bienestar, demandan, bajo el pretexto de una contratación más atractiva, el trato neoliberal de los empleados. Querían vernos detrás del Estado, movilizados con una improbable chapuza de la sociedad. Pero resulta que nos repugna de tal manera, que puede ocurrir que uno decida más bien tumbar definitivamente al capitalismo. La rebelión debe hacer un Octubre Rojo.