Perú existe y resiste, aunque hay quienes desde dentro y fuera del país están empeñado en torcer su pertinaz resistencia como paso previo que permita esquilmar impunemente sus valiosos recursos naturales y como mensaje a otros países de su enclave sudamericano. Los golpes de estado ya no se hacen con alzamientos militares y tanques en las calles, la sutileza en las formas no puede dejar de inquietarnos ni tampoco impedir que denunciemos a una comunidad internacional que mira impávida hacia otro lado.