Existe una tradición silenciada, un fantasma que no recorre Europa, y es la literatura de clase obrera, entendida como narrativa escrita sobre, para y por gente de clase obrera. Pues en el pasado, las vidas y barrios y empleos de la gente común han sido visitadas por turistas, voyeurs y taxidermistas culturales de todo tipo, pero siempre con pasaportes de otras clases, nunca con intención de quedarse, y menos aún esperando que los protagonistas de sus instantáneas fueran el público de sus obras.