Se lo comen y se lo guisan, con beneplácito institucional. Primero llevan las armas a los conflictos bélicos y luego la ayuda para paliar sus consecuencias. Están identificadas, compañías aéreas de carga que no dudan en traficar ilegalmente con armas, diamantes, cocaína o coltán. Lo irónico —nauseabundo— es que sean usadas, posteriormente, por las agencias de las Naciones Unidas, por la Unión Europea, la OTAN y diversas ONG, en el transporte de ayuda humanitaria o equipos para el mantenimiento de la paz.