Desde 1973, los cielos despejados no han dejado de perder en transparencia, aseguran los científicos que los han estudiado a lo largo de ese lapso temporal. Las culpables, como cabía imaginar, son las partículas en suspensión en las capas altas de la atmósfera. Un dato llamativo: la excepción la pone Europa, cuya visibilidad ha mejorado desde mediados de los años 80.