Quien controle Gotland, controlará el Báltico. Este es el mantra que domina la Defensa en Suecia, un país que mantiene una tensa —y desconfiada— relación con Rusia. En 2014, el presidente ruso, Vladímir Putin, anexionó la península ucrania de Crimea, lo que, además de haber sido condenado por toda la comunidad internacional, hizo a los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) y nórdicos (Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca) ponerse en guardia. “Rusia es el motivo por el que hacemos esto”, dice rotundamente el coronel Ardin.